"Can you see me? All of me? Probably not. No one has ever really has" - Jeffrey Eugenides



viernes, 17 de septiembre de 2010

La del tachero

Me toma como pasajera y escucho que sonaba "Losing my religion" de R.E.M en su radio. Lo saludo educada con un "buenas noches, como anda?" y antes de anunciar la dirección a la que debíamos dirigirnos no pude evitar cantar en voz alta un pedacito de la canción. Se rió de costado (estabamos en rojo y no había apuro por hacer planes que involucraran calles) y me dice "alto tema, no?" mientras subía el volumen. Y enseguida agregó "es de mi época, pff si lo habré bailado". Yo le sigo la corriente, no me molesta darle charla, voy a comer con mis amigas y estoy de buen humor.
Me cuenta que el solía salir mucho a bailar, que ahora tiene 40 años y dejó de hacerlo pero que en su momento, en la cresta de la ola de su vida era considerado por muchos como el alma de toda fiesta. "Iba a los boliches de todos los barrios" declara orgulloso "me los conocía de memoria, decí que ahora cambiaron y muy pocos siguen abiertos". Lo escucho pero por un ratito me abstraigo, por la ventana la Biblioteca Nacional asoma (muy mal) iluminada, "¡parece un cyborg!" pienso, "es un comentario muy nerd" me reprocho a mi misma. Conecto de vuelta con la charla. Nos reímos de que antes a los boliches se les decía "boites", le confieso que mi querida madre le sigue diciendo así y que mencanta que lo haga. No me contesta, mira para adelante pero parece buscar en su momento recuerdos, tiempos felices y pasados.
Baja el volumen de la radio inesperadamente y lo acompaña con un tono a modo de secreto para hacerme una confidencia. "Yo tengo el mismo traje de John Travolta. El blanco. Tengo el saco, la camisa y los zapatos, todo, me lo trajeron de regalo de Estados Unidos" me cuenta entusiasmado. "Ya no me entra claro, pero en mis años mozos hasta tenía una compañera de baile (así la define él y a mi me da ternura) que era parecida a Olivia Newton -en Grease- solo que en vez de rubia era morochita, pobre, se tendría que haber teñido para estar a tono".
Repentinamente llega mi parada, no me quiero bajar. Anhelo que me siga contando de su traje blanco y sus andanzas de jóven aventurero correteando pretendientes en barrios que no visito ni conozco pero estoy llegando tarde. Nos despedimos con afecto, como si en otra oportunidad fueramos a volvernos a ver y retomar donde quedamos. "Hasta luego, que sigas bien" le digo. "Que tengas una linda vida" me responde y me bajo con una sonrisa amplia.

No hay comentarios.: