"Can you see me? All of me? Probably not. No one has ever really has" - Jeffrey Eugenides



lunes, 19 de abril de 2010

El regreso de los muertos vivos

Cuando uno menos lo espera, resucita algún (viejo) ex novio. Recién me llamó una amiga y me contó: Tadeo, el pibe por el que murió de amor durante 5 años consecutivos, la llamó para sorpresa de todas. El mismo por el que tuvimos que recogerle el corazón con palita para volverselo a pegar, le dijo de verse. Y (¿te cabe alguna duda?) se vieron. No pasó "nada". Hay que esperar que le caiga la ficha a ambos para ver la repercución que tiene este encuentro. Tal vez sí, no pase nada. Tal vez pase de todo.
Esta es la parte de la novela -siempre en el clímax te agarran los forros- en donde te ponen "To Be Continued..." y esos benditos puntos suspensivos que son la invitación a que todo puede pasar. 
No me como las uñas pero seguramente mi amiga, que no puede más de la ansiedad, y antes tenía esa manía, mandó al diablo la inconteniencia y el esmalte perfecto. Aunque se haga la que nada le importa estoy segura que se pregunta: ¿Llamará? ¿Volverá a aparecer? ¿Habrá otro encuentro furtivo de viernes a la noche? No sabemos.
¿Que loco cómo una persona que fue tan íntima, con dos movimientos o tres, pase a ser un extraño, y al revés, no? Tuve muchos novios (y cuando digo muchos hablo al rededor de 11, ¡sin contar los que "no fueron importantes"!) y siempre me llamó mucho la atención este planteo existencial.
Me asombra cómo esa persona con la que compartiste secretos y hasta, en algunos casos, la cama, camine por la Avenida Santa Fe comprando un regalo y vos ni te enteres. O se junte a tomar algo con unos amigos en el bar divino, a la vuelta de tu casa (que vos le introduciste, claro), y no te lo cruces.
¿Las historias de amor, como todas las historias nacen y terminan?

jueves, 15 de abril de 2010

Decición

Detesto la gente a la que todo le da lo mismo. No te creo que te da lo mismo pochoclos dulces o salados para el cine. No te creo que te da lo mismo té que café. No te creo que te da lo mismo bebida burbujeante (me rehuso a usar el término gaseosa) que agua para almozar o comer (acá tampoco decimos cenar, espero que no te ofendas). No te creo que te dá mismo azúcar o edulcorante. Coca Light que normal. Apunto que jugoso. Tostado o medialunas.
¿Qué querés que te diga? ¡No te creo!

Incompleta

Fui a cambiar un regalo que me habían hecho por mi cumpleaños en Zara y ahi estaba Ella: La Billetera Perfecta. ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¡Al fin nos encontramos!
Todos los bolsillos del mundo, cavidad para guardar las monedas con cierre (tan útil cuando tomás colectivos todo el tiempo), lugar privilegeado para todas mis tarjetas (ninguna de crédito, go figure). Ella es amplia, cómoda y por sobretodas las cosas: rockera de alma.
Cuando la saqué de la bolsa, una vez en casa, para llenarla de alegría, es decir dinero (ah, disculpame ¿no te conté? yo sí creo que se puede comprar la felicidad), me dí cuenta que le faltaba una tacha. No muchas, una sola. Una e insignificante o importantísima. En cualquier caso, una.
Me debatí en irla a cambiar por una llena de tachas, sin faltantes, hasta que resolví: "no, de esta manera me representa mejor". La ausencia de esa única tacha solo ratifica que tiene que ser mía. A mi, que siempre me falta algo por hacer, por decir, que comentar, que escribir, me pertenecía esa billetera y ninguna otra. A esta incansable inconformista, soñadora e idealista le tenía que llevar sus documentos.
Bastó que nos vieramos de lejos para saber que nos iríamos del local de la mano. Re amigas, inseparables nos hicimos te diría, ¡vamos a todos lados juntas!  
A mi que siempre me falta algo, a veces un tornillo, otras un jugador, ¡hoy es una tacha!

Comprobado

Los hombres con perfume son más atractivos. Ah, y me caen mejor.

Manifiesto

Detesto transpirar. En términos generales todo lo que signifique transpirar, me disgusta. Y bajo esta categoría entran las situaciones como correr a la parada de colectivo porque se está llendo, ir apretujada (en ese y todo tipo de transporte), apurar el paso porque estoy llegando tarde a una cita, x situación embarazosa en la que me pongo nerviosa e indefectiblemente empiezo a transpirar. Y otras situaciones terribles como abrigarme demasiado y no querer llevar la campera en la mano, calefacción en demasía (en cualquier ámbito), etc. 
Siento que me ensucio cuando transpiro que el olor a jabón en las manos (donde más me dura), shampoo en el pelo y perfume en todo el resto, se evapora. Y que el fleco de pelo que me cae sobre la frente y ojos, del costado izquierdo, ese que me queda tan sexy a veces, empieza a engrasarse. Me desespero, improviso peinados distintos al que llevo puesto para evitarlo. Manoteo clips de la cartera para disimularlo, pienso en que ganas de bañarme otra vez y qué feliz sería si tan solo no transpirara más.
Odio, odio transpirar salvo (y acá viene la excepción a la regla) cuando hago deporte. Ahí sí ¡quiero mojarme toda la remera! Sólo pensar en quemar todas esas calorías que me sobran me dan ganas de transpirar.
Cuando nos ponemos de acuerdo y practicamos ese deporte, ¡ni te cuento! si mi piel patina, mejor. Por un rato nada más igual y si es el final, más cómodo. Tampoco es cuestión.
El hecho de que se note empíricamente que estoy transpirada (solo en esos dos momento, claro) es un factor de placer, de regocijo, de deber bien cumplido. Satisfacción en su más puro estado. El resto del tiempo, detesto transpirar. ¿Seré la única? ¿Cuando les gusta transpirar?