"Can you see me? All of me? Probably not. No one has ever really has" - Jeffrey Eugenides



sábado, 20 de febrero de 2010

Gracias Schoolgirl

Al final a Buena leche me lo regalaron. El libro es rosa y fue una grata sorpresa. El color me viene genial para mi biblioteca ordenada en degradeé. (Si, lo admito a veces tengo algunos trastornos obsesivos-compulsivos). 
Esa idea de ordenar por color me la copié de acá y fue una de las veces (que ya conté anteriormente) en las que estaba convencida que ordenar postergaba el estudio justificadamente.
¿Que quién me lo regaló? Una compañera especial que empezó siendo de la facultad y después se transformó en una de la vida. Con ella, que también tiene un blog muy lindo tengo un book-club. Si, así como suena: tenemos un club de libros. Claro que somos las únicas dos integrantes, pero no deja de ser divertido. Tenemos invitados de honor cada tanto como su mamá, o su hermana. Suena patético pero les aseguro que no lo es, por el contrario es de lo más enriquecedor y divertido. 
¿Como se fundó? Le regalé un libro que también me compré y lo leímos a unínoso. Cuando nos veíamos a  tomar el té, a comer y esos programas que hacen las amigas comunes y corrientes (aunque quiero creer que de comunes y corrientes no tenemos nada -sobre todo de Corrientes, odio esa Avenida-) comentabamos los personajes, quien nos gustaba más y porqué, la forma de escribir, las construcciones agradables a los ojos y oídos. Marcábamos las hojas, nos leíamos en voz alta pasajes con los que nos sentíamos identificadas. 
 Naturalmente hablábamos sobre el libro y continuamos la costumbre por varios ejemplares más hasta que perdimos la cuenta. Lo más copado era y sigue siendo tener chistes internos que nadie entendiera o hablar de los autores como si fueran nuestros amigos, porque los conocemos.
La realidad es que no siempre pudimos leer al mismo tiempo porque tenemos distintas velocidades, ella trabaja y yo estudio, preferimos distintos autores, generalmente tenemos más de un tomo sobre la mesita de luz y cuesta. A demás de que ambas tenemos vida más allá de nuestro amor por la literatura.
De todas maneras se estableció la costumbre y la adoro (a ella y a la costumbre, claro). Todavía lo seguimos haciendo. Lo mejor es entrar a una librería y pensar por dos a la hora de elegir.
Dejame que te adivino el pensamiento: te estás queriendo sumar...
Excusez moi, no se puede. Es exclusivo.

Triste pero verdad

Después de muchos desengaños, ya no ando con el amor incondicional en la yema de los dedos. Ya no tengo la misma confianza en La Gente. Ya no tengo la honestidad en la punta de la lengua. Ya no digo todo lo que pienso. Ya no soy igual de extrovertida.
Ya no soy la misma. Me gusto igual, eh.

viernes, 19 de febrero de 2010

La Lengua




Pienso que hay que pensar mucho cada palabra antes de enunciarla. También estoy convencida que antes de hablar hay que sentir. Por eso creo que es dificilísimo comunicarse. Coordinar estas dos acciones: hablar y sentir, puede parecer pero te aseguro que no es joda.
Soy indecisa y a la hora de elegir una u otra palabra para decir como me siento, me debato mucho. Creo que no todos los vocablos dicen lo mismo. Cada uno de ellos, define a su forma, determina, impone límites sobre lo que se quiere decir.  
Se que existen muchos y muchas -distintos a mi- que directamente ni piensan qué quieren decir o cómo lo quieren enunciar porque me los crucé. Y dejame que te diga, no me cayeron nada bien.
Me molestan esas personas que hablan sin filtros o no saben discernir las sutilezas del idioma, las diferencias que existen entre una expresión y otra. Ellos no eligieron con dedicación y esmero las palabras, como yo. Odio esa Gente que no sabe exteriorizar correctamente sus ganas, sus sentimientos, sus dudas y son confusos.
Entiendo que les cueste, sé que no es tarea fácil. Para mi también es complicado. Todos estuvimos ahí y está todo bien, no es fácil ponerle nombre a los sentimientos. Ahora andá y hacele un favor a la humanidad: tomate el tiempo que necesites para ordenarte (y sentir), después hablamos
Yo no me ofendo con que hablemos más tarde pero mejor. Prefiero eso a que me vengas con barrabasadas de las te arrepentís antes de terminar la oración. Me da terror la gente que pronuncia palabras vacías porque quedan lindas, please no seas de esos.

Dura realidad

Estaba convencidísima que el desorden era la excusa perfecta (y justificada) para no estudiar. Hoy después de: lavar los platos, barrer toda mi casa, guardar la ropa tirada, limpiar mi ropero, pasar el trapo de piso y poner cada cosa en su lugar... me di cuenta que es facilísimo encontrar muchas más.

Regreso

Trescientos sesenta y cinco días sin nimiedades por escrito. Ahhhh, cuanto lo extrañaba. Qué bueno estar de vuelta.
Buenos días señorita, ya sabía que nos volveríamos a encontrar.

Analogías

Estoy un poco cansada que gente de mi edad (22 años) me pregunte: ¿a qué se parece el dolor de las contracciones pre-parto? en los contextos más variados.

Sin duda es una respuesta difícil de construir en pocas palabras sin hacer aluciones grotescas o movimientos gestuales bizarros. A demás que tengo la sensación que cualquier cosa que diga va a sonar burda, demasiado explicativa-gráfica -sobretodo para los hombres impresionables- y hasta fuera de lugar. No se porqué, si a fin de cuentas todos nacimos.
En fin quiero que quede claro de una vez por todas que como parecerse, te prometo: no se parece a nada. Y cuando digo nada, creeme, no hay un parecido. Dicho lo anterior, lo más análogo que se me ocurre (noten la diferencia entre "parecido" y "análogo") es cuando apremia lo sólido en la calle.
¿Nunca les pasó que les agarraran unas ganas locas de cagar? (perdón por la falta de eufemismos). Me refiero a esa urgencia incontenible en las que no podés parar de pensar me hago encima y para lo unico que funciona tu cabeza es para pensar en que agujero podés ir a despedir ese topo que asoma.
Bueno, si bien el dolor y toda la demás parafernalia de un parto ("no te olvides del bolsito gordi", registrarte en el sanatorio, que te revisen quichicientas veces haciendote tacto como a las vacas, etc) en esta situación, digamos cotideana de tener que ir al baño que anteriormente denominamos cagar no estaría incluido, la impresión física es la misma.
Ese me cago, me cago, me cago. Listo me cago aca mismo si hace falta, no me importa más nada necesito sacarlo de mi cuerpo YA. Y mientras pensás dónde con desesperación y velocidad te batallás para contraer las nalgas con fuerza, con decición, con ímpetu, con dominio.
Mmmh en eso y sólo en eso es bastante familiar.
Con la diferencia que acá uno no quiere retener, quiere largar. A toda cosa expulsar, sacar y que venga el anestecista y que desaparezca el dolor y se termine la tortura, el delirio, ese andar despegado de la realidad. Para más tarde, volver a ser una sola y verle la cara a ese bebito que llega, que abre los ojos por primera vez.

¿Ustedes lo querían? Ahí lo tienen. Esa es mi analogía. Perdonen mi grosera y gráfica comparación pero estaba harta de esta pregunta esperemos que ahora no se me la haga más. Cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia.
P.d.: Hay mejores y peores situaciones de parto (pre, durante y post) como mujeres y bebitos existen en el mundo, cuanto menos.

Desafío

El otro día me encontré con Fernando Peña. Y no, no soy medium ni veo fantasmas (que los hubiera en mi casa materna, es otra historia). Lo ví plasmado en una foto, en la tapa de su libro A que no te animás a leer esto. Y no me pude resistir de irle al encuentro.
Le manoseé la cara pobre (la foto es un primer plano) y leí de un tirón la contratapa. La verdad es que estaba bastante apurada y había ido con la misión de localizar *Buena leche* de Lola Copacabana (no entiendo porqué es tan difícil de conseguir) por lo que no estaba de humor para titubeos ni nada semejante a domaridedopingue (desde niña nunca supe que significaba ese intento de canción -o como se separaban las palabras- y señalaba al azar terminando por el que quería que gane de las opciones, una trucha).


Así que lo miré de reojo (a Peña) él se mantuvo impávido frente a mi inspección jugamos a quién matuvía más tiempo la mirada sin reírse y al rato se tapó la cara vencido. Más tarde me espetó: Dale a ver nena, a que no te animás a leer esto eh. Vos que te hacés la gay-friendly y que te gusta la gente frontal, haceeete la liberal ahora que nadie te ve.

A lo que contesté:- Nada peor a que me desafíes Peña. ¿Querés ver como me animo? Nos vamos a casa ya mismo y apurá el paso que te quiero leer.

(Altamente recomendable, sí con a grande, imaginate)

Pobre Lola que se quedó esperando, te prometo loca que la próxima venís vos a jugar, ¿si?