"Can you see me? All of me? Probably not. No one has ever really has" - Jeffrey Eugenides



lunes, 16 de agosto de 2010

Esa pequeña manía

Tengo una fascinación con los dormitorios y los baños (que no me son propios). La elección de palabra "dormitorio" no es casual, quise ser específica. Creo que son un universo que espera ser descubierto. Pienso que sendos, tantos los baños como los cuartos, son privadísimos, íntimos. Algunos los sienten su refugio en el mundo, otros su lugar de inspiración: por eso me atraen tanto.
Cuando, de adolescente, en la casa de tu novio pasabas a su cuarto significaba que tenías una complicidad especial y hasta me atrevo a sentenciar: los papás (del pretendiente en cuestión), un poco te querían para que aprobaran el paso de ese límite que separa a los invitados de los habitués. Cuando una amiga reciente, te invita a pasar a su cuarto, implica que llegaste al grado de confianza habilitante, ese nivel en donde ya podés abrir su heladera y preguntar qué hay de comer.
Personalmente, cuando en casa ajena, voy al baño, reviso íntegros los cajones y placares con la tenacidad y paciencia de un detective en busca de pruebas en una escena de crimen. Amo chusmear qué medicamentos tiene a mano, qué tipo (y marca) de maquillaje y cremas inundan el lugar.Y si es de un hombre el baño, ni te cuento. Es un pequeño festín privado. Podría estar horas ahí metida sólo observando detalles.
Siendo mínima de edad y sin entender bien los cánones sociales, cuando encontraba algún tesoro en estos lugares sobre todo en los baños, me los robaba y los sentía propios sin remordimiento ni culpa. Mi mamá me pegaba los peores retos por eso. Ahora soy civilizada y me podés invitar a tu casa que jamás vas a pasar vergüenza.

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