"Can you see me? All of me? Probably not. No one has ever really has" - Jeffrey Eugenides



domingo, 3 de abril de 2011

Hazte fan


No sé en qué momento me empezó a gustar *tanto* el té. En principio siempre lo asocié a los aristócratas, a la realeza, a los ingleses y a las películas. En otras palabras: lejano. Creo que nunca me imaginé que podía ser un campo tan vasto y lleno de sorpresas. Y menos que para esta altura de mi vida (1.67, bastante bien, ¿no?) iba a ser fanática.

Después vino Enriqueta con una mega caja por Inés Berton -cuando recién empezaba el furor- como regalo y quedé fascinada (pero no convierta, no todavía). Luego llegó el Trimarchi, esa conferencia de diseño gráfico mundial en 3 días en Mar Del Plata en donde me regalaron unas bolsitas con estrellas metálicas con un té sabroso. Pasó muchísimo tiempo del TMD hasta que en efecto me tomé ese té, en una terraza, rodeada de plantas con calor y con alguien agarrándome la mano. La cuestión es que me sorprendí a mi misma queriendo saber más, dispuesta, ávida mejor dicho por probar cosas distintas.

Y llegó Esther, tan controversial y perfecta. Mi amiga del alma que de un viaje a París me trajo como presente una cajita celeste de princesas que contenía el té más rico que probé jamás. Ese fue el quiebre. Ese día atravesé el camino sin retorno hacia la luz. Todavía atesoro aquella latita a modo de souvernir. (Qué detestable es la palabra souvernir, ya ahondaremos en eso).

Hoy latas de Chez Pauline, Inés Berton y Twinggings poblan mi despensa. Vivimos en feliz armonía. Nos amamos. No podríamos vivir los unos sin los otros. Me gusta más el té negro por sobre los otros colores (verde, blanco, rojo). El negro la rulea. El verde de melón de Tea Connection también pero es sólo una excepción. Paradójicamente en ropa, negro es el color del que menos prendas poseo. Las incoherencias de ser yo.

Si fuera por mí coleccionaría teteras. Y tés. Y latas. Si fuera por mí tomaría té todo el día. Creo en los poderes curativos del té así como creo que cocinar es terapeútico. Creo que no hay nada que le dé pelea, si de *remedios caseros* hablamos y gripe/anginas es lo que padecemos, a un aromático té con limón y miel.

Así ando por la vida: con placebos, engáñandome a mí misma cada tanto pero sana que es lo que a fin de cuentas, lo que más importa.

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