"Can you see me? All of me? Probably not. No one has ever really has" - Jeffrey Eugenides



miércoles, 16 de febrero de 2011

Las cosas que uno escribe estando enamorado

A medida que mi cuerpo mutaba y mis parejas cambiaban al son de mis estados de ánimo, fui puliendo mi lista de necesidades a satisfacer que requiero para ser feliz. Podría equivocarme ampliamente pero aseguro que de cumplirlas realmente conseguiría plenitud.

Todos mis amantes tuvieron comunes denominadores. Carencias determinadas, defectos constantes, rasgos físicos específicos, interminables detalles...que es probable que sólo yo sepa asemejar. Me ha pasado de toparme con gestos de algún viejo amor en uno actual y me sorprendo de tan solo pensar en lo intrincado de mi subjetividad que me hace elegir la misma esencia en distintos formatos. Como si fuera un perfume de ingredientes específicos pero en frascos de diferentes tamaños y colores, teniendo en cuenta la salvedad, que de tener otro packaging, algunos componentes se evaporan y otros se adquieren.

Con el ocaso de cada relación, junto con el posterior análisis y aprendizaje, fui mejorando las elecciones a fuerza de prueba y error. O eso quiero creer. A la par de los adelantos fui agregando más exquisitos sabores para la mezcla perfecta que tendría forma de "El amor de mi vida". En otras palabras, cuanta más gente conocí más amplios fueron los horizontes y en una persona más selectiva me transformé.

Prefiero pensar que en todas las ocasiones me encontré frente a amores -no es trascendente cuan verdaderos fueron- que dado su contexto histórico en mi vida tuvieron su sensato sentido de existencia. Cuando dejaron de ser productivos, pasaron de ser frutos verdes, a limones exprimidos de los cuales ahora me río o me remito a recordar a través de la dulce pátina con la que uno barniza los recuerdos, más allá de cuan agrios fueron.

Con el tiempo las aguas fueron encontrando su cause, lo que antes era un valle de lágrimas, evidencia de incontables traspiés, ahora es tan sólo un manojo de memorias. Valen la pena tenerlos "presentes", lo mismo que valen la pena sentir. Sería mentira si dijera que antes lloraba torrencialmente sin cansancio, y que en este momento, mi vida consta solamente de carcajadas y alegrías. Aunque debo admitir, en mi corazón gracias a Él, sale más el sol (sin marchitarme las flores) y si llueve es para que los alguaciles me vengan a visitar, acompañados del canto de las gotas al caer.

Sólo en sus brazos me dejo retozar y proteger. El es la ropa de mi alma, sin ella me siento desnuda, indefensa, desamparada, con frío y hambre, sin contención. Es el encargado de acelerarme el pulso de amor ardiente y de satisfacciones. Sus caricias me hacen estremecer. El vértigo de su presencia me da cosquillas en la panza.

Nací para estar de a dos, para ser dos. Soy feliz. Es la única persona que me hace poner la piel de gallina cuando me susurra al oído. Me pone fuegos artificiales en los ojos con una mirada cómplice y me sacude el esqueleto cada vez que me dice “te amo”. Y si, ¿para que negarlo? Yo también lo amo a el. A su lado quiero envejecer.

22/05/2007



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