"Can you see me? All of me? Probably not. No one has ever really has" - Jeffrey Eugenides



martes, 9 de agosto de 2011

No más safaris.

Margarita. Nos mudamos de casa. Tus abuelos de parte de tu mamá nos regalaron un departamento espectacular en pleno Recoleta y sin bien no es lo que yo hubiera elegido para nosotras pienso que por ahora está bien.
Despedirme de la casa anterior me costó un montón. Seguramente a vos a tu forma también. Yo ese departamento ya lo sentía mío. Ya había hechado raíces, armado rutinas en pos de nuestra localización y lo quería, la verdad es esa, lo quería con todo mi corazón. Ansiaba llegar, saludar a Marcelo, que me ayude con las bolsas y rezongar sobre el clima o alguna pavada similar. Ansiaba cruzar el umbral de la muerta y sacarme los zapatos, abrazarte fuerte y tirarme con vos a ver El Sapo Pepe sobre la cama o Barney en dvd en el living.
Adoraba también poner la música a todo lo que daban los parlantes del Ipod y bailar juntas arriba de los sillones con pelucas en la cabeza. Creo que a vos también te gustaba un montón porque no parabas de reírte ni de saltar o mover la cola. ¡Sos tan amorosa! Ahora estás durmiendo y sería capaz de despertarte solo para llenarte de besos y contarte lo orgullosa que estoy de que seas mi hija.
Qué loco pensar que esas paredes te vieron crecer. Te recibieron hecha un ovillo de lana recién nacida y fueron testigo de cómo floreciste. Mi flor, mi Margarita. Te vieron comer, enchastrarte con pintura, dar tus primeros pasos, llorar, lastimarte. Me vieron amar con locura y peliarme hasta el fasticio a mí, tu mamá.
Ahí pasamos nuestra primera Navidad los tres, cuando todavía éramos tres. Con un mini arbolito con pelotitas cobre que aún conservo y que recuerdo haber armado con vos de tan sólo meses. Ahí aprendí a cocinar. A la fuerza de saber que no se puede vivir de deliverys, Mac Donalds y pizza. Hoy es una habilidad que manejo con destreza y de la que puedo jactarme. ¡Descubrí que cocinar me resulta terapéutico! Oh qué placer.
Ahí, desparramada por todo el living con luz tenue para no despertarte y sin hacer mucho ruido estudié para incontables finales y sin número de parciales. Ahí me reuní con amigas a descargarme, a divertirme. Amigas que te extrañan, que te adoran.
Adoré esos metros cuadrados por todo lo que significaban: el proyecto de una familia, un nuevo comienzo, una página en blanco. Después de la separación todo fue más triste. Cada rincón me hacía acordar a un momento compartido. La cama me quedaba grande porque no había un cuerpo tibio esperándome. Las comidas me parecían lúgubres. Tu compañía alegraba cada recoveco pero era tanta la tristeza que no era suficiente con que vos estuvieses dando vueltas para que yo estuviera bien. Tu mamá estaba de luto porque pasamos a ser solo dos.
Nos tomamos el verano de vacaciones (hablo de enero del 2011) y nos convencimos que este año tenía muchas cosas lindas para ofrecernos. Que era cuestión de tener fe, esperanza, de confiar. Tu mamá te sacó del jardín para tenerte más cerca. Lo disfrutamos las dos un montón. Fuimos a la plaza. Corrimos persiguiendo el sol y la sombra que hacían los árboles. Le dimos de comer a las palomas. Fuimos tres, después dos y luego tres otra vez. Primero con Rosi, después con Rumi que te cuidaron con amor y ahínco como si fueras hija propia.
Pasó el primer cuatrimestre y nos enteramos de esta posibilidad. De irnos. De mudarnos. De despedirnos de todo lo que hubiéramos querido que pase pero no pasó bajo ese techo. Y lo hicimos. No sin llorar, no sin estar tristes. A tu manera debés extrañar ese departamento también. Vos también te debés sentir rara cuando te despertás a la mitad de la noche o a la mañana y tardás en reconocer donde carancho estás. Será cuestión de tiempo. 
Cuando seas más grande te voy a contar que una vez vivimos al lado del zoológico. Que no sufríamos sus olores feos y que ahí nos sentíamos seguras. Vamos a ir en auto o en colectivo y te voy a señalar el edificio si es que todavía lo conservan. Me vas a pedir que te cuente anécdotas de esos tiempos y te voy a hacer reír. Mientras que sigas así chiquita me lo reservo. Por ahora sólo te cuento que República de la India no es más nuestro hogar. Desde el jueves pasado, este lo es. Let the memories begin

1 comentario:

Unknown dijo...

Ay Sofi! Este post me hizo emocionar. Disfrutá del nuevo departamento que seguramente va a estar lleno de buenos momentos y anécdotas para contar y recordar. Un beso!