El fin de semana transcurrió sin avistaje de tierra, sólo agua hasta el horizonte. Todo azul y calmo con un leve movimiento hacia los costados, tranquilizador y constante, con un murmullo de olas para acompañarlo, como el acunamiento de una madre antes de dormir.
¿Vendrán máquinas enormes a exterminarlo todo en el transfondo -y nosotros ni enterados- o de verdad no estamos tan mal como creíamos?
Pd. Ayer me vestí de marinerita
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