Yo sé que voy a ser testigo de tu vida siempre. Hasta que seamos viejas. Sé que tus hijos van a ser íntimos amigos de los míos. Sé que nos vamos a ir de vacaciones juntas como familias y solas como amigas. Lo sé, lo siento en los huesos. No me gustaría acompañarte todo ese tiempo sabiendo que sos infeliz.
Probá, decile cómo te sentís, esperemos, sé sincera, veamos que pasa en el transcurso... pero no pierdas de vista ni por un segundo lo que para vos es ideal. Y por favor no te canses de buscarlo porque es real y posible.
No te alejes al punto de no reconocerte de tus valores y de quién querés ser porque el camino de vuelta a encontrarte es realmente cuesta arriba.
Vení, yo te hago de bastón. Descansá acá, miremos para atrás, revisemos los pasos, miremos para adelante y tratemos de distinguir la tierra firme de la floja, demos pasos cortos pero seguros.
Recordá que ninguna relación es perfecta, todo el tiempo. Todos tenemos altibajos, etapas, momentos, permitítelos sin miedo a vos. Y con él tratá de ser generosa y permitírselos también. No todo el mundo puede manejar nuestras mismas ansiedades, preocupaciones, miedos y tiempos en completa sincronía. Lo enriquecedor de estar con alguien más, que es diferente a vos, es que te acompañe y que te nutras de sus diferencias.
Estoy acá y te quiero.
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