El ruidito de las olas haciéndole cosquillas a la costa. El viento revolviéndote el pelo. La arena fría bajo los pies. Estás abrigada y te sentís querida entonces tu cuerpo tiene la temperatura ideal.
Respirás profundo y tratás de no pensar en nada. Escuchar tu respiración ya es llenador y suficiente. Relajás los músculos en un abrazo, se caen unas lágrimas sin explicación pero te liberan y alivian.
El ruidito de las olas haciéndole cosquillas a la costa. El viento revolviéndote el pelo. La arena fría bajo los pies. Estás abrigada y te sentís querida entonces tu cuerpo tiene la temperatura ideal.
Respirás profundo y tratás de no pensar en nada. Escuchar tu respiración ya es llenador y suficiente. Relajás los músculos en un abrazo, se caen unas lágrimas sin explicación pero te liberan y alivian.
Te sentís segura, tranquila y en paz. Lo cual ya de por sí es un logro enorme. Te aplaudís por acarrear tus mamotretos hasta esa playa, al alba, justo antes de que salga el sol para poder apreciar sus colores. La inmensidad de ese momento es toda tuya. La abrazás y atesorás como un recuerdo redondo. Vos en completa sincronía con la naturaleza, sintiendo que también nacés en el oeste y coloreas tu horizonte.