Cuando a las 5 de la mañana despertás al que tenés al lado, vos volando en fiebre y le decís "no encuentro los remedios, no sé donde los puse, me ayudas?".
Y él se despierta primero, levanta de la cama después, se mueve como un ciego en la oscuridad del cuarto y te hace entrega de esa píldora mágica que te quita todos los pesares mientras te alcanza un vaso de agua miral (para que te lo tomes porque sabe que detestás tragar los medicamentos), sin dudas, podés concluir: "esto es amor".
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